Hostelería.

Llevando desde 1998 en la hostelería, creo que ha llegado el momento de hacer balance… Concretamente estuve 4 años en un motel de carretera bastante cutre en Cheste (Autovía A-3 Valencia-Madrid). Y desde marzo del 2002, en un hotel de Castellón.

Cuando hice la carrera de Turismo (odiando con todas mis fuerzas Historia del Arte y repitiendo curso por culpa de ella) pensaba que esto era otra cosa… Es obvio que siempre te puedes encontrar a alguien con un trabajo mil veces peor, y en tiempos de crisis cualquier trabajo es bueno, pero lo que la hostelería tiene es que o la odias o te gusta, aunque te quemes… A mi particularmente me gusta, siempre me ha gustado estar de cara al público (¡y yo con esta cara!) y si tuviera que estar encerrado en un despacho, me deprimiría mogollón. Siempre hay una razón por la que estar satisfecho, a pesar de los problemas que pueden dar algunos clientes, o la desagradecida que es en si esta profesión, en cuanto a condiciones, horarios y turnos rotativos y sobre todo, el turno de noche, que es lo único que me mata… Pero a pesar de todas las compliaciones que te puedes encontrar, la sonrisa de un cliente (bastante escasas) y la felicitación por los servicios prestados, te alegra el día entero. A pesar de todo, se podría decir que mi departamento es el «mimado» de la empresa, puesto que somos los únicos que trabajamos sentados casi todo el tiempo y encima, sabes a la hora que te vas porque te releva alguien, cosa que los cocineros, camareros y chicas de habitaciones no pueden decir. Luego están los bajos sueldos, careciendo de plus de nocturnidad gracias al penoso Convenio laboral que tenemos…

Si tuviera que cambiar de trabajo por cualquier motivo, sinceramente, no sabría a qué dedicarme. Llevo toda mi vida laboral de recepcionista de hotel y no sé hacer otra cosa, prácticamente…

Hace años tuve un compañero que me decía: «La hostelería está prostituída«. ¡Cuanta razón tenía! No me digais que no hay coincidencias entre la prostitución y la hostelería. Vamos, el que no lo vea, es que está ciego!

– Se trabaja en horas extrañas y generalmente hasta tarde.
– Se suele ser más productivo de noche.
– Se trabaja con el cliente siempre encima.
– Te pagan una mierda por mantener al cliente feliz.
– El cliente paga mucho más pero el jefe se queda con casi todo el dinero.
– A veces cobras por horas pero tu tiempo se extiende hasta que terminas.
– Te recompensan por satisfacer las fantasías de los clientes (Este no es mi caso…)
– Es difícil tener y mantener una familia.
– El cliente siempre quiere pagar menos por más servicios.
– Siempre dices al levantarte: «No voy a hacer esto toda mi vida!«.

Pues a pesar de todo esto, tengo la gran suerte de dedicarme a algo que me gusta!